Madrid y tres libros
- Luis Mastroeni Camacho

- 11 jun
- 3 Min. de lectura
Por Luis Mastroeni
En mi último viaje de formación por Madrid (siempre dedico un tiempo al año para formarme en algún tema de interés) pude leer tres libros que me dejaron varias enseñanzas que quiero compartir.
El primero es de Byung-Chul Han y se llama Vida Contemplativa. De este resalto la importancia de la pausa, del ocio como ese momento en el que nos dedicamos al descanso, al no hacer nada. Hemos dejado, dice el libro, de dedicar espacio al ocio sano que nos permite pensar y estar únicamente con nosotros mismos.
Pareciera que nos da miedo estar con nosotros, pareciera que el solo hecho de pensar en que vamos a tener que enfrentarnos a nosotros mismos, nos llena de duda y conmoción. Por eso es realmente importante en este momento por el que pasa el mundo, detenernos, respirar y disfrutar de la sensación de no hacer nada. La velocidad en la que andamos no conviene.

El otro libro es de Xavier Guix y se titula Ni me explico, ni me entiendes. Luego de tantos años de trabajar en comunicación hay algo que destaco y que tal vez lo había dejado de lado: la calidad de las comunicaciones en una organización depende de la calidad de las relaciones que hayamos logrado generar.
El trabajo en equipo, el asertividad y el buen clima laboral, pasa por la forma en que nos relacionamos y generamos lazos en el trabajo. Si bien es cierto, como apunta el libro, no es un tema de amistades en la empresa, sí es real que, si nos llevamos bien y hay vínculos de confianza, la comunicación será más sencilla.
No es necesario estar haciendo campañas de comunicación o estrategias muy elaboradas. Antes de todo esto es importante revisar la salud de las relaciones entre las personas y los departamentos.
Y el tercero es un libro de un ateo que todo creyente (sobre todo si es católico) debería leer. Javier Cercas en su libro El loco de Dios en el fin del mundo, expone de forma muy acertada la síntesis de la evangelización y la manera que los creyentes deberíamos convencer sobre la verdad de Cristo para el mundo.
El libro sucede mientras acompaña al Papa Francisco en su viaje a Mongolia. No son las palabras, como lo cuenta él, es la manera de comportarse, sin presionar por un cambio o por una adhesión.
¿Y esto que tiene que ver con las empresas?, materia de la que siempre hablo en este artículo. Pues que si logramos evidenciar con el ejemplo la clase de cultura y principios que queremos mostrar en las organizaciones, será más sencillo que los cambios se empiecen a dar.
Los grandes discursos y las grandes estrategias de cultura o comunicación organizacional no servirán de nada si las personas no ven los comportamientos asociados en sus áreas de trabajo. Un ateo les enseña a los creyentes, por medio de su libro, cómo es que realmente se transmite una opción de vida.
Los líderes en la empresa deberían copiar este ejemplo y solo hablar de aquello que están seguros que pueden practicar. Los valores en la pared son muy fáciles de diseñar, lo que cuesta, al final, es hacerlos vida.
Las personas, como los nuevos creyentes en Mongolia, creen en Jesús, porque lo ven en sus seguidores, no porque se los cuentan. Además, creen, a pesar de que sus pueblos han sido, por siglos, seguidores de otros credos más antiguos que los del pobre de Nazaret. Creen porque lo ven. Lo ven con quienes comparten su día a día.
Tal vez había que empezar en las empresas por darle un espacio al ocio, para crear relaciones de confianza, que nos permitan imitar el ejemplo de los líderes que se creen lo que está pegado en la pared y lo hacen vida.
Madrid sí que deja buenas enseñanzas.



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