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Hablemos de impactos (parte I)

  • Foto del escritor: Luis Mastroeni Camacho
    Luis Mastroeni Camacho
  • 6 nov 2023
  • 3 Min. de lectura

Por Luis Mastroeni


¿Por qué ser socialmente responsable?, ¿por qué invertir en modelos de negocios sostenibles?, ¿por qué apostar por el desarrollo económico con visión social y ambiental?


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Son preguntas recurrentes a lo interno de las empresas cuando alguien propone un plan de relacionamiento comunitario o una inversión para evitar la contaminación o mejorar la recuperación de residuos. La respuesta sencilla es: porque estamos en el momento de hacernos cargo de los impactos que generamos.


Así como desde tiempo inmemorables la gente (al menos la responsable) se ha hecho cargo de las consecuencias de sus actos; del mismo modo y en los últimos cincuenta años, las empresas han empezado a comprender que no pueden pasar como elefantes en un bosque, pisando todo a su alrededor sin hacer lo que corresponda por hacerse cargo de los impactos que generan.

Las empresas deben comprender que los temas sociales y ambientales asociados a su operación no se gestionan apoyando fundaciones o donando refrescos en actividades de la comunidad; se deben enfrentar como un acto de responsabilidad ante los efectos que la actividad del negocio está causando en una zona, región, barrio o país. Y esto, ¿qué sentido tiene para la empresa?, ¿qué ganan los dueños con esta forma de gestionarse, si siempre se ha operado así y las ventas siguen creciendo más y más?


El sentido es muy práctico: si la empresa apuesta por el entorno en el que opera habrá entonces un entorno adecuado para seguir haciendo negocio, si no lo hace el entorno se empobrece, se va degradando y al final no habrá a quién venderle o a quién comprarle y eso hará que los impactos negativos por los que nunca se hizo nada, acaben al final con la empresa.


Y a la segunda pregunta, de que a pesar de no hacer nada, las ventas siguen creciendo, basta con analizar lo que pasa en países donde los niveles de pobreza no paran de aumentar, donde la situación política no permite la libertad o las garantías sociales, o dónde es tanto el acoso hacia el empresariado que las organizaciones cierran y deben moverse de país, con todo el costo que eso implica.

Si los impactos no se gestionan adecuadamente ellos acabaran con el negocio en el largo plazo.


Esas consecuencias que se han querido asumir son los grandes riesgos a los que hoy las empresas se están enfrentando. Si nunca se habían preocupado por la falta del agua, ya se habla de escasez en muchas zonas del planeta. Si nunca se habían gestionado las faltas de respeto a los derechos humanos dentro de la organización, hoy estamos viendo multas y enfrentamientos en los juzgados, pues un colaborador se sintió acosado o criticado por su forma de ser y gana ante los tribunales su demanda, obligando a la empresa a pagar y cambiar su manera de abordar estos temas.


Las consecuencias se asumen, se enfrentan, no se evitan o evaden. Y lo anterior no por aparecer como buenos o bonitos, sino por la continuidad del negocio en el tiempo, por hacer que las condiciones que habilitan y hacen posible ese sistema de oferta y demanda siga siendo estable y funcione. En palabras sencillas, si quiebro el vidrio del vecino, hay que tocarle la puerta y hacerse cargo de la reparación. Lo mismo sucede con los negocios; si por producir bienes u ofrecer servicios, de manera indirecta estoy debilitando el sistema que me permite operar, se debe hacer algo para que no se debilite infinitamente. No hacer nada por el sistema, por el entorno, al final de cuentas, es no hacer nada por seguir teniendo un negocio en el largo plazo.


Y por supuesto que también hay que gestionar los impactos positivos. Las organizaciones empresariales generan miles de impactos positivos en una sociedad. Empleo, inversión, divisas por las exportaciones, pago de impuestos, cargas sociales, desarrollo comunal por el solo hecho de existir, etc. Sin duda alguna hay que seguir fortaleciendo y aumentando sus impactos positivos.

Si se quiere ir más allá del impacto positivo en una zona o lugar específico de un país, se debe generar política pública, en conjunto con otros actores dentro de la sociedad.


¿Cómo se hace? Los espero en mi próximo blog.

 
 
 

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