Hablemos de impacto (parte II)
- Luis Mastroeni Camacho
- 13 nov 2023
- 3 Min. de lectura
Por Luis Mastroeni
En un blog anterior hablé de la importancia de abordar los impactos negativos para contribuir con el entorno y al mismo tiempo contribuir con el largo plazo de las empresas. Concluía ese artículo hablando de impactos positivos y la política pública.
Cuando hablamos de impactos, es importante hacer una precisión que pocas veces se presenta. Un impacto no siempre se refiere a aspectos negativos que causa el negocio. Los impactos son aquellas consecuencias que se derivan del hecho de hacer empresa, de hacer negocios. Por lo tanto, también existen los positivos.
No existe un agente en la sociedad más poderoso que las empresas, ellas son las que crean riqueza y a través de los impuestos y otros rubros la distribuyen de la mejor forma posible. Cuando dan trabajo, pagan cargas sociales e invierten en una comunidad generan consecuencias muy positivas para barrios, comunidades, zonas y países en general.
Por otra parte, algunas de ellas, en Costa Rica, disponen de Asociaciones Solidaristas que lleven múltiples beneficios a sus colaboradores y les ayudan en temas como créditos, vivienda y acceso a productos financiados.
Luego de que la empresa analiza sus impactos negativos, inicia un proceso para aprender a cómo convertirlos en positivos, cómo disminuirlos o, si es posible, eliminarlos. En el camino de convertirlos en positivos, puede generar algunos programas o proyectos de muchísimo valor, pero cuyo alcance es limitado, debido a falta de recursos o aliados.
En este punto es cuando pensar en políticas públicas surge como una solución ideal. Ahora bien, es un poco lenta, pero sin duda su capacidad de generar un impacto positivo a gran escala es ideal y hace que la solución que algunos disfrutan pueda ser aprovechada por más grupos o comunidades específicas.
Cuando una empresa genera un impacto positivo y se sienta con el Gobierno y la sociedad civil (ONG) para definir un modelo de mayor escala, termina haciendo política pública y esta es una de las mayores dinamizadoras de bien común que puede existir. Porque la idea y los recursos se suman a la experiencia y difusión, lo que resulta en gran escala. Veamos un ejemplo:
Supongamos que un banco cuenta con un programa de educación financiera, el cual impacta a algunos clientes, sin embargo, desea llevarlo a las escuelas del país, para que las personas menores de edad puedan iniciar con conocimientos básicos acerca del dinero y la planificación financiera.

Ninguna empresa tendría el dinero para pagar instructores, materiales, transporte, viáticos y otros, para abarcar a los centros educativos de un país completo. Aquí es donde la gran idea y algo de recursos se suma a la instancia del Estado que regula la educación pública e inicia una alianza para el desarrollo.
Antes de continuar con el ejemplo es importante acercarse al otro (gobierno, ong, empresa privada) con confianza y respeto. En mi experiencia, las empresas se acercan creyéndose “salvadoras” y los gobiernos son bastante incrédulos sobre las buenas intenciones de los negocios para resolver problemas país. Esto es importante aclararlo desde un inicio.
Las empresas deben ser humildes y saber que la alianza se basa en la cooperación de todas las partes, cada uno pondrá al servicio del otro sus talentos y entre todos sumarán para que el proyecto o programa tenga escala.
Volviendo al ejemplo, una vez que empresa y gobierno se ponen de acuerdo, el programa se puede insertar en las miles de escuelas que tiene el país, pues la infraestructura ya está, los profesores son los mismos y los alumnos están en el centro educativo. El reto consistirá en encontrar las materias donde el contenido de educación financiera se pueda adaptar y ser parte de la curricula de la institución.
Paralelo a lo anterior hay que preparar a los maestros, perfilar muy bien los contenidos, adaptarlos a las distintas edades y poblaciones, etc. No es sencillo, pero es posible y abarca a grandes poblaciones, que es lo que se desea.
¿Qué gana la empresa?, nuevamente, un entorno sano, que le permita al banco tener clientes en el futuro más ordenados, más responsables. Esto bajará los niveles de mora, pues la gente estará más consciente de cómo acercarse al dinero, sin miedo y con moderación; por lo tanto, será más responsable del manejo financiero personal y familiar.
El impacto positivo que ya genera un banco, haciendo más consciente a sus consumidores, se hace más grande, cuando se suman otros actores, en este caso el gobierno particular de un país.
Las organizaciones siempre tendrán impactos. Las que quieran ser viables en el tiempo, aumentarán los positivos y manejarán los negativos para disminuirlos o eliminarlos en el mediano plazo. La pregunta es ¿cuánto tiempo quiere durar en el mercado?



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