Esqueleto
- Luis Mastroeni Camacho

- 1 sept
- 2 Min. de lectura
Por Luis Mastroeni
Cuando le pregunté a la inteligencia artificial por la palabra esqueleto, me gustó una parte de lo que me dijo. Dentro del significado estaba la frase "sostiene y da estructura..."
Eso es lo que pretende hacer la estrategia de negocio de triple impacto a la luz de las nuevas Normas Internacionales de Información Financiera S1 y S2 (NIIF).
Lo primero que piden las normas es que se asegure (con evidencia) que la organización cuenta con una estructura que tenga la capacidad de sostener el negocio en el tiempo. Esto es relevante pues, hoy en día, no se puede asegurar que una empresa perdure en el tiempo sin que se abordan temas intangibles.
Cuando se analiza el aseguramiento de la continuidad de un negocio para los próximos años tenemos que hablar, obligatoriamente, de temas como propósito, cultura, ecosistemas, biodiversidad, circularidad, cambio climático, derechos humanos, etc. Todos estos temas forman parte, lo creamos o no, del contexto que presiona y anima a los negocios para que cambien.

Hace unos días me senté con el gerente general de una empresa y me contaba que dedica treinta minutos varias veces al mes para tomarse una taza de café con la gente de su organización. De lo único que no se puede hablar en ese rato es del negocio. Entendió, esta persona, que las relaciones y el conocimiento de la realidad de su gente es básico para guiar a buen puerto su empresa.
De estos aspectos estamos hablando cuando las normas piden que se demuestre la estructura de gobernanza en sostenibilidad; porque justamente ese es el esqueleto que sostiene y permite desarrollar una compañía blindada contra los riesgos que ya enfrentan o enfrentarán los negocios.
En este punto quisiera llamar la atención en un aspecto: armar la estructura correcta toma tiempo y ya no queda mucho. Lo que piden las normas cuando hablan de estructura, es que se identifique de forma específica cómo la empresa ha decidido darle seguimiento al tema de la sostenibilidad.
Algunas preguntas que deberíamos hacernos son: ¿quién se hace cargo de la estrategia?, ¿cómo se da seguimiento?, ¿cuáles son los indicadores?; ¿dónde se encuentran los datos y cómo se les da trazabilidad?, solo por poner unas cuantas.
La empresa debe demostrar, como en los temas financieros, que tiene el control, aseguramiento y trazabilidad de la información no financiera y, además, tener claras y ordenadas las actividades que le permitan disminuir en todo lo que se pueda el riesgo.
A esto hay que sumarle que se deben tener los sistemas apropiados para garantizar que la información esté en tiempo y forma cuando sea requerida por la auditoría. No quiero ser pesimista, pero insisto: tiempo no queda mucho.
En el caso de las instituciones reguladas por CONASSIF y grandes contribuyentes de Hacienda, el ejercicio del año fiscal 2027 ya se deberá reportar bajo estas normas (principios del 2028). Es decir, queda un año para hacer: diagnóstico, plan de trabajo, indicadores, materialidad, en fin, para orquestar un proceso serio en el que la estrategia esté bien definida.
El esqueleto debe estar bien reforzado, para soportar el peso de un contexto que exige cambio y quiere ver a las empresas listas para que sigan prosperando. Nos guste o no, es hora de prepararse en serio. El tiempo sigue corriendo.



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