Cultura
- Luis Mastroeni Camacho

- 16 oct
- 3 Min. de lectura
Por Luis Mastroeni

"Todos íbamos con uniforme no porque quisiéramos ahorrar dinero en ropa, sino porque, así como todos portábamos la misma camisa, todos luchábamos por coincidir en la manera en que hacíamos empresa"...
La frase no es de un libro, son pensamientos que recuerdo del tiempo en el que trabajé en una empresa cuyo uniforme era usado por todos. Desde el presidente de la Junta Directiva, hasta el colaborador más nuevo de la organización. No había excepciones a la regla.
Cuando queremos establecer una cultura de gestión hay que insistir en el modelaje y la práctica de los comportamientos que deseamos en la empresa. Aquella organización me enseñó que todos los detalles cuentan cuando de establecer una manera de operar se trata.
Cuando las empresas han decidido, de manera seria y profesional, transformarse y operar logrando generar triple valor (económico, social y ambiental) deben insistir para que los líderes y todos en la organización se la crean. Es decir, que todos respiren la forma diferente en que han decidido operar; que todos estén alineados en una misma forma de ser y actuar.
La mayor parte de los esfuerzos por hacer una empresa de triple utilidad fracasan en el momento en que las personas colaboradoras no ven en la práctica, lo que se anda predicando en cada rincón de la empresa y fuera de ella.
Si la gente no ve en la operación lo que se dice en el discurso, este termina perdiendo credibilidad y, por lo tanto, la empresa seguirá siendo una más. Es decir, apoyando más los resultados de corto plazo vs. los de largo plazo y teniendo una mentalidad de escasez más que de abundancia.
Por otra parte, no podemos tener una cultura de negocios y una de empresa sostenible, como si fueran cosas distintas. El reto consiste en la transformación de la cultura, para que se disponga a agregar valor tripartito, el cual la hará viable en el futuro.
Cuando hablo de cultura hablo de "una manera específica en que la organización decidió hacer las cosas". Es la manera específica en que genera valor... el cómo lo hace.
Puede que sea una empresa que hace refrescos, pero la manera en que los hace puede varias desde no pagar impuestos y tratar mal a los colaboradores imponiendo jornadas laborales ilegales o, por el contrario, puede hacerlo respetando los derechos humanos y disminuyendo los impactos ambientales negativos.
La manera en que gestiono el negocio no solo debe estar en los documentos de bienvenida de la inducción corporativa. Es necesario que se practiquen y más aún, que esa cultura llegue a ser vivida y defendida por todas las personas en la empresa. Las estrategias se cumplen si las personas se las creen, no debería ser diferente a la hora que imaginamos un modelo de cultura organizacional enfocado en prácticas sostenibles.
Cuando pensamos en gestionar una empresa y ponerle el título de sostenible debemos trabajar no solamente en el proceso para que sea una realidad, sino que los esfuerzos deben ser, aún mayores, en generar principios sólidos que se traduzcan en los comportamientos más adecuados y que apoyen esa forma de existir.
Los negocios sostenibles no escapan al proceso de cultura organizacional. Sin lideres visionarios y responsables, no habrá posibilidad de generar una empresa diferente. La estrategia es lo que me dice para dónde voy, la cultura asegura el proceso.



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