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Coraje

  • Foto del escritor: Luis Mastroeni Camacho
    Luis Mastroeni Camacho
  • 7 oct
  • 3 Min. de lectura

Por Luis Mastroeni


En la película el Gladiador, Cicerón, el ayudante de Maximus, tiene una frase que siempre me ha llamado la atención. Cuando se refiere a los deberes de la vida, dice: a veces hago lo que me gusta, pero siempre hago lo que debo de hacer. 

Habla del coraje con que enfrenta sus responsabilidades, aunque a veces, le cueste llevarlas a cabo. 


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Cuando las organizaciones deciden llevar a cabo estrategias de negocios para el largo plazo y en ellas incluyen el abordaje de temas sociales y ambientales, pasarán por momentos de duda y cuestionamiento en los que deben tener el coraje de hacer lo correcto. Por eso es, que, en este relato de la sostenibilidad con ce, me parece una palabra clave. 



Si las personas en las empresas no tienen el coraje de enfrentarse a las voces que pedirán que las cosas no evolucionen o que, aún peor, se divulgue algo que contradice la estrategia, esta nunca evolucionará y menos madurará en el tiempo, que es lo que todas las organizaciones desean. Aportarle al contexto para que mejore y con él los negocios y las ganancias.


Estamos hablando de que la empresa empezará a operar de una manera nueva, disruptiva y poco común, hacer eso implica una gran muestra de coraje y valentía, por parte de sus líderes. 

Hay que tener coraje también para conversar con las Juntas Directivas y hacer propuestas atrevidas pero justificadas y hay que tenerlo, también, para aceptar que en este camino que se planteó encontraremos cosas que no estamos haciendo bien, pero que hemos decido transformar o eliminar. 


Un ejemplo de lo anterior se puede ver cuando llega el momento de analizar los temas legales que por mucho tiempo se han quedado "debajo de la alfombra" y nadie les ha puesto atención. Me refiero a prácticas ilegales, actividades que riñen con disposiciones regulatorias, malas prácticas comerciales, etc. 


No plantarse ante estas actitudes y ponerles fin, es no entender el modelo de negocio al cuál se está apuntando. Ese ascensor que no se ha puesto, ese pozo de agua por el cual no se paga canon, esas horas adicionales que no se pagan a los colaboradores, son detalles que, si bien es cierto, pueden costar mucho dinero, sí deben estar en un plan de remediación y tener la capacidad de discutirlo. Eso es coraje, aunque algunos dirás que es una tontería y que nadie se va a dar cuenta. 


El coraje también se necesita para hablar con asertividad a las áreas y pedirles cambios en su forma de operar.  Hay que actuar con firmeza a la hora de contestar preguntas como: ¿por qué cambiar si siempre lo hemos hecho así y funciona? 

No hay cabida, en este punto, para bajar la mirada y guardar silencio. En ese momento deben aflorar todos los argumentos y datos para demostrar el caso de negocio y "golpear la mesa", de tal forma que se entienda, de una vez por todas, que no estamos frente a un cuento de hadas cuando hablamos de esto, sino que estamos guiando un proceso que implica cambios en pro del largo plazo del negocio, de la sobrevivencia del planeta y del resguardo del empleo de todas las personas que integran la compañía. 

No estamos jugando, estamos habilitando el negocio adecuadamente para que siga funcionando. 


Coraje no es mala educación, soberbia o gritos. Coraje es saber que estamos haciendo lo correcto y que cuando se quiera desviar el curso de las acciones con actitudes que detienen el proceso, se debe levantar la voz para, con firmeza, aclarar por qué la empresa tomó esta decisión y cuáles son sus beneficios. 

No se trata, hablando de coraje, de no admitir cambios, mejoras u observaciones, pero, esos comentarios deben hacerse en el marco de un proceso que pretende mejorar las cosas y ya no tiene marcha atrás. 

 
 
 

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