Capital
- Luis Mastroeni Camacho
- hace 1 día
- 2 Min. de lectura
Por Luis Mastroeni
No se trata de convertir la empresa en una ONG y no se trata de actividades filantrópicas.
Las empresas que deciden gestionarse de una manera diferente y generar valor no solo económico, sino también ambiental y social, deben tener algo muy claro: su esencia no cambiará.
¿Cuál esencia? La de ser una organización constituida para la creación de dinero. No dejará de estar preocupada por el interés de los accionistas o dueños, no dejará de generar un retorno estable y unas utilidades sólidas.

El capital con el que se inicia el sueño de hacer una empresa es muy relevante en este camino de las quince ces de la sostenibilidad en las que he estado trabajando buena parte de mi vida. Las empresas hacen dinero y resuelven necesidades a través de sus productos y servicios. Eso no debería cambiar.
Ahora bien, ese capital que va creciendo o se estabiliza a lo largo del tiempo puede ser distribuido de muchas formas y los negocios de triple valor ahí es donde se diferencian de los tradicionales. Generan valor no solo para los dueños e inversionistas, sino que también lo hacen para otros miembros de la sociedad.
Lo anterior no lo hacen desde la filantropía, sino innovando e invirtiendo para que su negocio impacte de manera positiva el contexto en el que se opera. Siempre he pensado que la diferencia de este tipo de empresas es que ponen todo su empeño en algo más que hacer dinero.
Han comprendido que ahí donde son buenas, haciendo lo que hacen, pueden generar un cambio y mover la aguja del desarrollo sostenible, para que todos estemos mejor.
Hace poco me encontré con el caso de un negocio que hace alimentos, su estrategia consistía en analizar las formulaciones de sus productos para innovar y poner en la mesa del consumidor alimentos con menos azúcar, grasa, sodio u otros ingredientes que, en exceso, puede generar daños a la salud.
Eso es a lo que me refiero con enfocar la creación de valor en algo que tiene que ver con el negocio, haciendo el bien, sin dejar de lado el hecho de que las empresas deben ser fieles a sus deberes fiduciarios.
Hay quienes se extrañan cuando se habla en el idioma del capital y de negocios mientras se trata de resolver algún problema social o ambiental, creen, estas personas, que son temas diferentes y no deben mezclarse. Justo ahí es donde radica el problema de la gestión de negocios con futuro: en que no integramos las buenas prácticas de la operación empresarial, con la disminución de los impactos negativos y el aumento de los positivos. La erradicación de los grandes problemas de la sociedad no solo necesita capital e inversión, también requiere de la destreza de los que están al frente de los negocios; esa astucia es la que puede hacer la diferencia en la construcción de un mundo mejora para todos.
Hay que seguir invirtiendo e inyectando capital en los negocios; sin olvidar que si no está bien dirigido y planificado, estaremos apostando por una empresa que no tendrá mucho futuro.
Comentarios